lunes, 3 de agosto de 2009

SANTA FE IV: “LATINOAMÉRICA HOY”

James P. Lucier
Director de Staff del Comité de Relaciones Extranjeras
del Senado de los Estados Unidos


INTRODUCCIÓN

A través de los años los estudios de Santa Fe han sido reconocidos por su enfoque práctico de los problemas hemisféricos, como asimismo por su creciente interés en la totalidad del espectro de cuestiones. Y no puede ser de otro modo si uno considera los antecedentes y experiencia de sus contribuidores. Cada uno de ellos ha vivido un romance de toda la vida con América del Sur y Central, dedicando muchos años en esa región. En el campo de los negocios privados, el periodismo y los más altos rangos del servicio militar estadounidense, los servicios de inteligencia y el cuerpo diplomático.
A diferencia de otros estudiosos del hemisferio cuyo conocimiento está basado sólo en el estudio académico, o dirigido por pasión ideológica, el grupo Santa Fe está motivado por el deseo de ofrecer un cambio real al pueblo del hemisferio, y de fortalecer los lazos entre los Estados Unidos y sus vecinos sureños. Los desconcertantes descubrimientos de Santa Fe IV muestran que los Estados Unidos han tendido a considerar garantizados a aquellos vecinos sureños; y que lo que antes fue simple negligencia se tornó un escándalo abierto bajo las políticas de la Administración Clinton durante los últimos siete años. Obsesionado con Europa y China, y atontado con la corrupción de Rusia, el presidente Clinton ha dejado a Sudamérica en un patio trasero. No debe sorprender por ello que Sudamérica haya buscado inversiones y relaciones comerciales en cualquier otro lado – en España, por ejemplo – y en la República Popular de China.
Santa Fe IV nos recuerda que el mercado potencial de la frontera sur es tan grande como el propio. Desde una perspectiva histórica, esta división no debió suceder jamás. Los Padres Fundadores consideraron a Sudamérica como una región que, al igual que los Estados Unidos, estaba buscando su liberación de las naciones totalitarias de Europa. Jefferson, Madison, Monroe y John Quincy Adams, todos ellos consideraron a los sudamericanos como hermanos en la lucha contra la tiranía. Cada una de estos presidentes fue un experimentado diplomático, como asimismo un estadista.
Jefferson fue Secretario de Estado de Washington; Madison fue Secretario de Estado de Jefferson, Monroe fue Secretario de Estado de Jefferson y John Quincy Adams fue Secretario de Estado de Monroe. De modo que cuando cada uno de ellos llegó a la presidencia, había conocido muy bien las luchas de poder de las relaciones internacionales, y los Estados Unidos disfrutaron de una continuidad de práctica política que fue rara desde entonces. Por ello, cuando Monroe fue Secretario de Estado en 1811, envió a Joel Barlow como ministro a Francia. Las instrucciones de Monroe a Barlow incluían lo siguiente: “una revolución en las provincias españolas, al sur de los Estados Unidos, está progresando rápidamente. Las provincias de Venezuela se han declarado a sí mismas independientes, y anunciaron este suceso a nuestro gobierno. Se dice que el mismo camino será seguido en breve en Buenos Aires (sic) y en otras zonas. Las provincias de Venezuela le han propuesto al presidente el reconocimiento de su independencia y la recepción de un ministro; y aunque dicho reconocimiento formal no ha sido aún efectuado, se les ha dado una respuesta muy amigable y conciliadora. No debe Ud. dudar en atender esta cuestión, debido tanto a los justos reclamos de nuestros Hermanos del Sur, a los cuales no pueden ser indiferentes los Estados Unidos, como a los mejores intereses de nuestro país”.
Cuando Monroe asumió la presidencia, uno de sus primeros actos fue autorizar una misión a Sudamérica a fin de evaluar la situación de aquellos lugares que se habían proclamado independientes. Tras el retorno de los comisionados, Monroe inició las operaciones destinadas al reconocimiento diplomático. En un memo de 1819 al Secretario de Estado John Quincy Adams, proponiéndole el envío de un agente a Sudamérica, Monroe escribió: “Puesto que las colonias (españolas) son nuestras vecinas, y necesariamente debemos sostener intercambios con ellas, especialmente si se vuelven independientes, como presumimos, en un período no lejano, es de suma importancia que nuestras relaciones sean de naturaleza amigable”.
En 1822 Monroe envió un mensaje al Congreso solicitando el reconocimiento diplomático de los países de América Latina. Les dijo: “el movimiento revolucionario en las provincias españolas de este hemisferio ha atraído la atención y excitado la simpatía de nuestros ciudadanos desde sus inicios”. Sólo un miembro del Congreso votó en contra de la propuesta. Luego, en 1823, el ministro inglés de Relaciones Exteriores, George Canning, súbitamente propuso que Gran Bretaña y los Estados Unidos se unieran para oponerse a los esfuerzos de la “Santa Alianza” – Francia, España y Rusia – para restablecer las colonias españolas en Sudamérica. Canning consideraba un inteligente juego de poder bloquear a sus rivales europeos; pero perdió su interés a medida que cambió la situación. Sin embargo, Monroe decidió continuar sin el apoyo británico, y declarar a las autoritarias naciones europeas que los pueblos independientes de América del Sur estaban fuera de su dominio.
En octubre de 1823 Monroe le envía un borrador de su mensaje al Congreso a Thomas Jefferson en Monticello y a James Madison en Montpellier, pidiéndoles su opinión. Ambos titanes respondieron de inmediato. Dijo Jefferson: “ El tema encarado en las cartas que nos envió es el más trascendente que he contemplado desde el de la Independencia. Aquel nos convirtió en una nación. Este ajusta nuestra brújula y señala el camino que debemos recorrer en el océano del tiempo que se abre ante nosotros, y no podríamos embarcarnos en condiciones más auspiciosas”. También Madison acordó con la oposición a las maquinaciones de los europeos, por “las declaraciones que hemos hecho a nuestros vecinos, nuestra simpatía por sus Libertades e Independencia, los profundos intereses que tenemos en mantener las más amigables relaciones con ellos”.
El 2 de diciembre de 1823, Monroe envió al Congreso su famoso mensaje, que desde entonces será llamado la “Doctrina Monroe”. Observando que los Estados Unidos ya habían establecido, o se hallaban en proceso de establecer relaciones diplomáticas con Colombia, Argentina, Chile y México, Monroe advirtió bruscamente a los europeos que la libertad de Sudamérica debía florecer: “Nunca hemos tomado parte en las guerras de las potencias europeas por cuestiones relacionadas con ellas mismas, ni tiene que ver con nuestra política el hacerlo. Sólo cuando nuestros derechos son avasallados o seriamente amenazados devolvemos las injurias o nos preparamos para nuestra defensa. Con los movimientos de este hemisferio nos hallamos necesariamente conectados de modo inmediato, y por causas que deberían ser obvias para todo observador preclaro e imparcial. El sistema político de las potencias aliadas es en este sentido esencialmente diferente del de las Américas. Esta diferencia deriva de aquella que existe en sus respectivos gobiernos; y en defensa del nuestro, que se ha logrado mediante la pérdida de tanta sangre y bienes, y madurado por la sabiduría de sus ciudadanos más iluminados, y bajo el cual hemos gozado de una felicidad sin igual, toda la nación está empeñada. Por ello debemos, por la sinceridad y las amistosas relaciones existentes entre los Estados Unidos y aquellos poderes, declarar que consideraremos cualquier intento de su parte para extender su sistema a cualquier porción de este hemisferio como peligroso para nuestra paz y seguridad”.
Aunque los días en que debimos defender la independencia de las repúblicas de Sudamérica parecen haber pasado, aún persiste el hecho que aquella seguridad y libertad, tanto de los Estados Unidos como de las repúblicas sudamericanas están inextricablemente unidas. Como deja claramente expuesto Santa Fe IV, la soberanía e integridad de un cierto número de países en el sur se hallan en riesgo, no por otra nación sino por organizaciones criminales internacionales tan poderosas que le están denegando a los pueblos de Sudamérica su herencia de libertad. La política de la próxima administración deberá ser alinear juntos al Norte y al Sur, en una asociación que deberá ser sobre bases igualitarias, sin infringir la soberanía de ninguna parte. La promesa y cooperación extendida en los comienzos del siglo XIX por la Doctrina Monroe puede ser la base de una nueva era de mutuo respeto y mutuos intereses.

DOCUMENTO SANTA FE I
Las relaciones interamericanas: Escudo de la seguridad del nuevo mundo y espada de la proyección del poder global de Estados Unidos[1]


L. Francis Bouchey
Roger W. Fontainte
David C. Jordan
Gordon Summer
Lewis Tambs, Ed.
Introducción por Ronald F. Docsai

El continente americano se encuentra bajo ataque. América Latina, la compañera y aliada tradicional de EstadosUnidos está siendo penetrada por el poder soviético. La Cuenca del Caribe está poblada por apoderados soviéticos y delimitada por Estados socialistas.
Ningún gran poder es lo suficentemente fuerte para conducir políticas exteriores hemisféricas como si las diferentes regiones del mundo estuvieran aisladas y no se afectaran entre sí. Históricamente la política de Estados Unidos hacia América Latina nunca ha estado separada de la distribución global de poder, y no existen razones para pensar que lo que suceda en la década de los ochenta entre los mayores Estados en un área del mundo, no afectará las relacoines de poder en los otros continentes. La Doctrina Monroe, la piedra angular histórica de la oplítica de los Estados Unidos hacia América Latina, reconocía una íntima relación entre la lucha por el poder en el Viejo y el Nuevo Mundo.

Los tres grandes principios de esta doctrina eran:
a. "No más colonización europea en el Nuevo Mundo".
b. Abstención por parte de los Estados Unidos en los asuntos políticos europeos".
c. "Oposición por parte de Estados Unidos a la itnervención europea en los gobiernos del Hemisferio Occidental".

Así, la Doctrina Monroe y el principio de no transferencia formaron la base primera y fundamental de la política latinoamericana de Estados Unidos, enfocándose en el impacto de las rivalidades europeas de poder sobre el Hemisferio Occidenta. El objetivo de seguridad de Estados Unidos era prevenir que cualquier poder europeo en expansión obtuviera avances estratégicos en el Nuevo Mundo, como resultado de las guerras, alianzas cambiantes o revoluciones en el Viejo Mundo.
La Doctrina Monroe servía como un sensible dispositivo político para determinar cualquier amenaza a la seguridad de la República. La Doctrina proclamaba que ciertas actividades en el Hemisferio Occidental no podrían ser interpretadas "de ninguna otra forma que no fuera como manifestaciones no amistosas hacia los Estados Unidos". La Doctrina prohibía la adquisición de territorios a poderes no americanos, la introducción de sistemas extraños, y la intervención en el Hemisferio Occidental. La Doctrina fue multinacionalizada y compatibilizada con la Organización de los Estados Americanos por medio de la Declaración de Caracas de 1954, la cual señalaba que:
"La dominación o el control de las instituciones políticas de cualquier Estado del continente americano por el movimiento comunista internacional, que extienda a este Hemisferio el sistema político de un poder extracontinental, constituiría una amenaza a la soberanía e independencia política de los Estados americanos, poniendo en peligro la paz del continente, y exigiría la realización de una reunión de consulta para considerar la adopción de una acción apropiada de acuerdo con los tratados existentes".
La proyección del poder global de los Estados Unidos descansa sobre un Caribe cooperativo y una América del Sur que brinda su apoyo. La exclusión de los poderes marítimos del Viejo Mundo de Cuba, el Caribe y América Latina ha ayudado a Estados Unidos a gnerar un poder excelente para desarrollar actividades de balance en los continentes africano, europeo y asiático.
América Latina, tanto como Europa Occidental y Japón, es parte de la base de poder de Estados Unidos. No podemos permitir que se desmorone ninguna base de poder norteamericana, ya sea en América Latina, en Europa Occidental o en el Pacífico Occidental, si es que Estados Unidos debe retener energía extra para ser capaz de jugar un rol equilibrador en otras partes del mundo. Para un Estado equilibrador como Estados Unidos, no hay posibilidad de una acción global flexible si su poder está inmovilizado o bloqueado en cualquier área. En realidad, en áreas vitales para el potencial de poder de cualquier nación, no es suficiente la preservación del statu quo.
Estados Unidos debe buscar mejorar su posición relativa en todas sus esferas de influencia. Si existe una pérdida de firmeza con respecto a la importancia de mejorar la posición relativa de poder de una nación, será entonces sólo cuestión de tiempo hasta que el Estado inactivo sea reemplazado por su competidor.
Estados Unidos está siendo desplazado del Caribe y Centroamérica por un sofisticabo gero brutal superpoder extracontinental, que manipula Estados clientes. La influencia soviética se ha expandido poderosamente desde 1959. La Unión Soviética está en la actualidad instalada con fuerza en el Hemisferio Occidental; Estados Unidos debe remediar esta situación.
Antes de plantear las recomendaciones específicas del Comité de Santa Fe para una política responsable de Estados Unidos hacia América Latina para la década de los ochenta, deben comprenderse las premisas y consecuencias de la política reciente de Estados Unidos hacia América Latina, y presentarse los principios y suposiciones necesarios para enfrentar la peligrosa década de los ochenta.
Las raíces del presente dilema de seguridad de Estados Unidos se ubican a comienzos de los años sesenta, a saber, en el fracaso de Bahía de Cochinos en 1961, y en el posterior Acuerdo Kennedy-Krushchev que puso fin a la crisis de los misiles cubanos en 1962. En aquella oportunidad el incremento en la amenaza más allá de lo que se consideraba previamente como tolerable, hizo que se aceptara lo que anteriormente era inaceptable. La clara adopción por parte de Washington, durante la Guerra de Vietnam, de la posición de que América Latina no era importante estratégica, política, económica ni ideológica mente, erosionó aún más la posición de Estados Unidos. Y las premisas de la distensión posteriores a Vietnam desarrolladas por los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford (de que incluso una Unión Soviética intransigente y disruptiva carecía de la capacidad para desarticular un sistema internacional con una distribución más plural del poder, y en el que China aparecía como un aliado de facto de Estados Unidos en la contención de la Unión Soviética) se transformaron en la base de la política de Estados Unidos.
Las políticas iberoamericanas del presidente Jimmy Carter, intelectualmente apoyadas en los informes de la Comisión para las Relaciones Estados Unidos-América Latina y del Instituto de Estudios Políticos (IPS) son la culminación de este proceso de acomodamiento por medio del cual América Latina es excluida del interés estratégico de Estados Unidos, y los regímenes latinoamericanos independientes son abandonados frente a ataques extracontinentales por parte del movimiento comunista internacional.
Los gobiernos latinoamericanos sabían muy bien que la Administración Carter, al tomar posesión, buscaría normalizar las relaciones con Cuba. Los informes de la Comisión y del IPS planteaban la necesidad de emprender ciertos cambios básicos en el enfoque de Estados Unidos hacia América Latina en general, y hacia el Caribe en particular. Argumentando: a) Que la seguridad militar no necesitaba ser el objetivo dominante ni el principio ordenador para la política de Estados Unidos en América Latina. b) Que Estados Unidos no debería continuar la política de aislamiento de Cuba; c) Que "el apoyo material de Cuba a los movimientos subversivos en otros países latinoamericanos ha disminuido en los años recientes"; (I) Que Estados Unidos debería poner fin al embargo comercial a Cuba, y e) Que un "nuevo acuerdo equitativo con Panamá, respecto al Canal, podría servir a los intereses de Estados Unidos no sólo en Panamá, sino en toda América Latina", la Comisión y el IPS idearon el final de la presencia norteamericana en el Caribe. El informe del Instituto de Estudios Políticos era optimista ante los gobiernos socialistas de Jamaica y Guyana, y empleó la frase "pluralismo ideológico" para provocar una actitud receptiva de Estados Unidos hacia los modelos socialistas prosoviéticos de desarrollo económico y político.
El presidente Carter reflejó esta actitud en su discurso de Notre Dame en 1977, cuando declaró que Estados Unidos había superado un "temor desproporcionado al comunismo" El perdón de los convictos terroristas portorriqueños, la actitud descuidada hacia los esfuerzos de Fidel Castro por llevar al movimiento no alineado a una posición substancialmente más próxima a la soviética, y la cordial recepción en la Casa Blanca en 1979 a tres miembros sandinistas de la junta revolucionaria de Nicaragua, incluyendo a uno entrenado en Cuba, se transformaron en características de la política de Estados Unidos hacia América Latina.
Estados Unidos está cosechando las consecuencias de dos décadas de negligencia, miopía y autoengaño. Ahora, la Administración Carter se enfrenta a una Unión Soviética instalada vigorosamente en el Caribe y a una Centroamérica posiblemente marxista y con una orientación procubana. En contraste con las políticas simplistas norteamericanas, la Unión Soviética ha empleado tácticas sofisticadas tanto para incrementar las conexiones del comunismo internacional en América Latina, romo para reducir la presencia de Estados Unidos en la región.
La Habana acepta la doctrina de Moscú de que no existe un único camino de acceso al poder para el comunismo, y que los marxistas locales pueden emplear la persuasión pacífica, medios violentos o una combinación de la vía pacífica y la acción directa en el camino hacia el poder, y que el gobierno de Estados Unidos y las instituciones financieras privadas pueden otorgar reconocimiento diplomático y apoyo financiero a los movimientos marxistas latinoamericanos, si se les maneja adecuadamente.
El Kremlin busca unir el marxismo al nacionalismo y el antinorteamericanismo latinoamericanos, y explotar la incapacidad o la falta de decisión de los formuladores de política norteamericanos, para apoyar alternativas a los movimientos marxistas en la búsqueda de una Iberoamérica progresista y estable. Habiendo definido así el parámetro intelectual para los clientes, adversarios y objetivos, la Unión Soviética ha conseguido expandir sus nexos con los gobiernos de América Latina, a la vez que simultáneamente fomenta la subversión y la revolución allí donde la oportunidad aparece. La polít~ca exterior soviética está basada en la creación del caos y la explotación de oportunidades, y la base del poder norteamericano en América Latina no es inmune.
El régimen de Castro ha estado dando apoyo directo a las guerrillas urbanas y rurales en todo el Hemisferio desde 1959.
Cuando en 1967 Castro activó la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), lo hizo bajo la consigna de que "es el deber de todo ejército revolucionario hacer revoluciones".
El éxito cubano en el Caribe y Centroamérica es asombroso. Guyana, bajo el gobierno del primer ministro Linden Forbes Burnham, es un Estado rnarxista prosoviético. Forbes Burnham solicitó ser miembro asociado del COMECON en enero de 1977. Georgetown le permitió a Cuba utilizar el aeropuerto internacional de Guyana para el reabastecimiento de combustible durante la incursión inicíal cubana en la guerra civil de Angola en 1975. Adernás, cuando 70 delegados de 18 países del
Caribe asistieron a una conferencia de sindicatos en George town, pidieron mejoras en las condiciones de trabajo en el Caribe por medio de la copia "del moclelo socialista cubano"; deploraron la explotación "capitalista e irnperialista" de los pueblos del Caribe y alabaron a la Cuba comunista por haber eliminado la explotación.
El primer ministro de Jarnaica, Michael Norman Manley visitó Cuba en julio de 1975, Granma, el periódico comunista cubano, lo calificó de "un sincere amigo de la Revolución Cubana". El hijo de Manley estudia en La Habana. Su gobierno dio aprobación oficial a la aventura cubana en Angola, y su policía, que es rnavor que el ejército jamaiquino, es entrenada en Cuba. En la teoría de que el gobierno laborista de Manley era nacionalista y de que no tenía ninguna conexión forzada con Moscú, Jarnaica recibió 22 millones de dólares de ayuda nortearnericana en 1978.
Maurice Bishop llegó al poder en Granada en marzo de 1979. El nuevo aeropuerto de Bishop está siendo construido por los cubanos. Este campo aéreo controla el canal de agua profunda que bordea a la isla de Granada, a través del cual fluye el 52 por ciento de todo el petróleo importado por Estados Unidos. Buques tanques de Arabia, Africa y América Latina Ilegan al Caribe y entregan el petróleo a las refinerías de Bahamas y las Islas Vírgenes, Trinidad, Aruba y Curazao para su procesa miento y transporte posterior a Estados Unidos. Además, cerca de la mitad del aluminio importado por Estados Unidos del Caribe llega de Jamaica.

EI Canal de Panamá también juega un papel vital en el abastecimiento de petróleo a Estados Unidos. Panamá se encuentra bajo el control de un régimen militar de izquierda, el cual, de acuerdo con la CIA, fue el intermediario en la transferencia de armas cubanas y norteamericanas a los sandinistas en la toma del poder por los marxistas en Nicaragua, en julio de 1979. El Salvador y otras naciones de Centroamérica están ahora amenazadas por las guerrillas revolucionarias. Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos continúa con una clara actitud de indiferencia estratégica, a la vez que exige reformas sociales, económicas, agrarias y de derechos humanos, como si incluso la más perfecta resolución de estos problemas pudiera detener a la expansión colonial castroide y a la subversión, y pudiera, por lo tanto, resolver las cuestiones estratégicas como un subproducto.
El Comité de Santa Fe sostiene que la política de Estados Unidos se encuentra en desorden, que las normas del conflicto y el cambio social adoptadas por la Administración Carter son las mismas de la Unión Soviética, que el área en disputa es territorio soberano de aliados de Estados Unidos y de socios comerciales que pertenecen al Tercer Mundo, que la esfera de la Unión Soviética y sus apoderados se está expandiendo, y que el balance anual de ganancias y pérdidas favorece a la URSS:
La respuesta norteamericana de huida camuflada ante el imperialismo soviético debe ser invertida. Estados Unidos debe presionar a favor de una solución inventiva, creativa y estratégica a esta situación. El realismo ético proporciona el apoyo moral subyacente a los principios de la política exterior que Estados Unidos ha utilizado tradicionalmente para solucionar el problema del valor y el poder en los asuntos extranjeros. La intervención de Estados Unidos en el extranjero estaba sólo justificada si respondía a la seguridad de la República, y no se legitimaba por la conformación de cualquier orden particular en cualquier otro país, a menos que estas actividades se vincularan con una amenaza extracontinental a Estados Unidos. Estados Unidos puede otorgar esta misma perspectiva nacionalista a todas las naciones de América Latina que no desarrollen una relación de semivasallaje con un superpoder extracontinental. Tal conexión semicolonial introduce un internacionalismo esterilizante en la cultura y en los países del Hemisferio Occidental, y socava una política latinoamericana basada sobre la reciprocidad.
El Comité de Santa Fe quiere subrayar que Estados Unidos no desea perseguir una política de intervención en los asuntos internos y exteriores de cualquier nación latinoamericana, a menos que los Estados iberoamericanos sigan políticas que ayuden e instiguen la intrusión imperialista de poderes extracontinentales. Una política de Estados Unidos hacia América Latina que tenga estas características, tiene el potencial para un sustancial apoyo latinoamericano, especialmente entre los regímenes independientes que aún quedan. Hace muchos años el bien conocido jurista internacional chileno, Alejandro Álvarez, escribió.
La Doctrina Monroe representa a los intereses de todo el continente, y todos los Estados de América han aceptado mantenerla. Además, aunque hasta este momento Estados Unidos haya sido su único defensor, en la actualidad sería posible encontrar Estados latinos lo suficientemente poderosos como para mantenerla si Estados Unidos se rehusara a hacerlo.
Estados Unidos debe desarrollar una política hacia América Latina que fomente la seguridad norteamericana e iberoamericana, que se base en la independencia nacional mutua y en la dependencia interamericana, que promueva el desarrollo económico y político autónomo basado en nuestra herencia cultural y religiosa, que acepte límites a los impulsos norteamericanos para promover reformas internas en Iberoamérica y que reconozca y respete la dignidad y sensibilidad de nuestros vecinos. En 1914, el estadista peruano Francisco García Calderón escribió acerca de la importancia del estilo en la política. Sus palabras deberían ser nuestra guía en los ochenta:
(...) los latinos tienen un sentimiento positivo hacia las formas y un cierto respeto hacia las actitudes apropiadas (...) Nada los irrita más que la tosquedad de los políticos de Washington (...)
La diplomacia, no importa cuan diestramente sea aplicada, es, sin embargo, sólo un método para obtener objetivos de política exterior. La política exterior y la estrategia nacional son, a su vez, instrumentos por medio de los cuales los pueblos buscan expandir o defender sus intereses.
Tanto la defensa de la soberanía de una nación como la preservación de la identidad cultural de un pueblo son fundamentales para garantizar su supervivencia. Estos dos elementos están siendo suprimidos y esterilizados por el comunismo internacional. Sólo una política norteamericana dirigida a preservar la paz, a promover la producción y a lograr la estabilidad política, puede salvar al Nuevo Mundo y garantizar la posición global de poder de Estados Unidos, la cual descansa sobre una América Latina segura y soberana. El continente americanos se encuentra bajo ataque. ¿Duda Washington?
PRIMERA PARTE

LA AMENAZA MILITAR EXTERNA

Propuesta Nº 1

Revitalizar el sistema de seguridad hemisférica apoyando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y tomando el liderazgo en la Junta Interamericana de Defensa, a fin de apoyar la larga lista de resoluciones dirigidas a incrementar la seguridad del Hemisferio contra las amenazas externas e internas.
La política cambia, pero la geografía no. Este Hemisferio es todavía la mitad del globo, nuestra mitad, la mitad americana. Nuestro futuro geoestratégico, económico, social y político debe estar asegurado por un sistema hemisférico de seguridad. Los sueños de Simón Bolívar y Thomas Jefferson son tan válidos en la actualidad como lo fueron en 1826. El TIAR, o Tratado de Río, es tan vital actualmente como lo era en 1948, cuando se firmó en Bogotá.
La política de Estados Unidos debe dirigirse hacia la reconstrucción de un sentido de comunidad e intereses mutuos, los cuales son elementos esenciales de la revitalización de este tratado. la amenaza representada por los masivos esfuerzos del eje soviético-cubano para subvertir internamente y para atacar desde fuera a los gobiernos legítimos de este Hemisferio, sólo puede ser contrarrestada dentro del marco de referencia de tal acuerdo de seguridad. La armada soviética de mares cálidos, junto con la masiva presencia soviética en Cuba, representa un claro peligro para todas las naciones libres del Hemisferio. El Tratado de Río es una respuesta medida y prudente a esta flagrante amenaza.
El órgano del Tratado de Río es la Junta Interamericana de Defensa, la cual se estableció con el propósito de aconsejar y recomendar a los gobiernos miembros aquellas medidas que fueran necesarias para la seguridad de este Hemisferio. Las políticas actuales han sido destructivas de la utilidad del Tratado y de la Junta. Las resoluciones claramente planteadas por la JID en relación con la amenaza soviético-cubana, han sido totalmente ignoradas y pasadas por alto por las recientes administraciones. Estados Unidos debería apoyar y ayudar a la JID en la consecución apropiada de sus funciones.
El sistema de seguridad de este Hemisferio debería consistir en tres elementos o niveles. El primero y básico es el Tratado de Río; el segundo sería un subconjunto del primero: las organizaciones de seguridad regional; el tercero consistiría en acuerdos bilaterales entre los diversos miembros de los primeros dos niveles.

Propuesta Nº 2

Estimular acuerdos de seguridad regional que contribuirían a la seguridad, tanto hemisférica como regional, contra las amenazas externas o internas a la seguridad.
Como se delineó en la primera propuesta, el acuerdo básico de seguridad para este hemisferio debería ser el Tratado de Río. Sin embargo, esto representa sólo el primer aspecto de un conjunto que tendría tres elementos. Operando bajo el paraguas nuclear que protege a todo el Mundo Libre, el Tratado de Río representa un acuerdo estratégico de primera magnitud, a un mismo nivel que la OTAN y que nuestros acuerdos de seguridad con Japón, Australia y Nueva Zelanda.
Por mala fortuna, este acuerdo no es suficiente. La gente no se relaciona fácilmente sobre una base hemisférica: el concepto es abstracto y la capacidad de un ciudadano medio para relacionarse con un acuerdo es difícil, si no imposible. Por lo tanto, necesitamos algo con lo cual ellos sí puedan relacionarse.
El acuerdo regional cumple con este requisito. Un argentino o un paraguayo pueden entender sin dificultad la existencia de un acuerdo regional para la seguridad del Atlántico Sur. Les asegura su alimentación, sus exportaciones y sus importaciones. Es inmediato y claro, mientras que el concepto de seguridad hemisférica es difícil de visualizar, es confuso para sus experiencias, y también sugiere una pesada mano norteamericana.
La política de Estados Unidos debe consistir en estimular y apoyar tales acuerdos de seguridad regional. Lo anterior está en claro contrate con las políticas actuales, que han estado dirigidas a desanimar tales mecanismos. El fracaso del acuerdo de seguridad regional de Centroamérica (CONDECA) es un buen ejemplo. Esta organización de seguridad regional ha sido y es un obstáculo importante para la subversión cubano-panameño-norteamericana (sic.N.del.E.) de los gobiernos bajo ataque: El Salvador, Honduras y Guatemala.

Propuesta Nº 3

Reactivar, como el tercer elemento de nuestro sistema hemisférico de seguridad, nuestras tradicionales vinculaciones militares en el continente, ofreciendo entrenamiento militar y ayuda a las fuerzas armadas de continente americano, con un énfasis particular en los oficiales más jóvenes y en los suboficiales. Ofrecer ayuda técnica y psicológica a todos los países de este Hemisferio en su lucha contra el terrorismo, independientemente del origen de este último.

Las políticas de la década pasada con respecto a la venta de armas y a la ayuda para la seguridad, han fracasado y están desacreditadas aquí y en el extranjero. La única justificación a las ventas de armas y a la ayuda de seguridad, es el fortalecimiento de la seguridad y la viabilidad de Estados Unidos y sus aliados en el sentido más amplio. Nuestro papel de líderes y nuestra tecnología nos imponen esta onerosa responsabilidad. Los tràgicos fracaso recientes en el área, particularmente en este Hemisferio, han animado a nuestros enemigos y enfurecido y confundido a nuestros amigos.
Ahora nos debemos poner en marcha a fin de enfrentar tanto la amenaza externa como la interna, utilizando la ayuda de seguridad para fortalecer nuestros intereses nacionales. Esta ayuda toma muchas formas y debería ser cuidadosamente diseñada para satisfacer las necesidades mutuas de nuestros aliados y amigos. A través de una cuidadosa evaluación conjuntamente realizada con nuestros aliados, podemos utilizar las grandes reservas de talento y fuerzas disponibles en este Hemisferio a fin de contener la amenaza combinando nuestro arsenal de armamentos con los contingentes humanos del continente, podemos crear un Hemisferio libre, capaz de parar la agresión soviético-cubana.
Utilizando el entrenamiento militar de nuestro país, Estados Unidos puede proporcionar no solamente un liderazgo profesional de primera clase, sino también un modelo moderado para el resto del personal militar del continente americano y sus familias. Viviendo en Estados Unidos y observando nuestro proceso político en acción, los líderes militares de este Hemisferio pueden volver a sentir el respeto y la admiración que antes tenían por Estados Unidos.
Las ventajas militares estratégicas que se ganarán gracias al entrenamiento, al equipo y a la logística comunes son obvias. Mientras que se esforzaba heroicamente para conseguir esto en la OTAN, la Administración Carter destruyó sistemáticamente todos los intentos de cooperación y comunidad en este Hemisferio, con la única excepción de la dictadura de extrema izquierda y brutalmente agresiva de Omar Torrijos. Esta política debe revertirse.


Propuesta Nº 4

Si los presentes tratados fracasaran, colocar al Canal de Panamá bajo la protección de la Junta Interamericana de Defensa, con el objeto de asegurar que las naciones de este Hemisferio tengan un acceso libre y justo a las cuencas del Atlántico y el Pacífico.

Los Tratados del Canal de Panamá, a pesar de los mejores esfuerzos realizados por la Administración Carter y ciertos elementos del gobierno panameño, se encuentran en problemas. El presidente Arístides Royo ha formalizado algunos de estos problemas en una reciente carta dirigida al presidente Carter. La Casa Blanca no ha aclarado la situaición; en realidad, el presidente Carter no ha expresado una sola palabra al respecto de la situación. Básicamente, los dos países han ratificado y están hablando sobre dos conjuntos diferentes de tratados.
El problema ahora es cómo manejar un tema bilateral potenciallmente peligroso y explosivo. Tradicionalmente, en los asuntos interamericanos, cuando las negociaciones bilaterales fracasan en la resolución de alguna cuestión estratégica importante, los enfoques multilaterales a menudo sirven para solucionar problemas que de otra manera aparecen como intratables.
El Canal de Panamá tiene un valor estratégico vital para la mayor parte de los países de este Hemisferio. Su seguridad y disponibilidad son de gran interés para los países del Norte, Centro y Sudamérica. Si adjudicáramos esta responsabilidad a los firmantes del Tratado de Río, los cuales a su vez podrían designar a la JID como su agente, el problema estaría ubicado en un plano estratégico adecuado y se elevaría a la posición de visibilidad internacional que tanto merece.
Si trasladáramos la JID al Canal, estableciéramos una zona de seguridad bajo las diecinueve banderas de la JID y relizáramos ejercicois combinados, los países libres del continetne americano estaríamos haciéndole saber a los soviéticos y a sus aliados comunistas en este Hemisferio, que nos encontramos listos, deseosos y capaces de defender nuestros intereses vitales.
La operación diaria y el necesario mantenimiento del Canal podrían ser realizados por personal panameño y norteamericano, o por medio de contratistas privados.
SEGUNDA PARTE
LA SUBVERSIÓN INTERNA

Propuesta Nº 1

La política norteamericana en América Latina debe reconocer la vinculación integral entre la subversión interna y la agresión externa.
La Doctrina Roldós, denominada así en honor del presidente de Ecuador, debe ser condenada. Plantea que las potencias extranjeras no violan el principio tradicional de la no intervención, si su involucramiento en los asuntos internos de una nación constituye una defensa de los derechos humanos. Una política cada vez más audaz del Departametno de Estado de ataque a los gobiernos anticomunistas sobre la base de supuestas violaciones a los derechos huanos, ha constituido un fundamento oportuno para tal intervención.
En virtud de la decisión comunista de utlizar todos los medios disponibles para destruir el orden capitalista y para tranformar al mundo, la seguridad interna y externa devienen en inseparables. La desestabilización a través de la falsa información y la polarización constituye el primer paso. A medida que asalto subversivo prosigue a su fase terrorista y luego a la guerrillera, el apoyo y la intervención externos (generalmente cubanos), que era originalmente ideológico, se funde en el apoyo logístico e incluso en el reclutamiento de voluntarios extrnajeros para pelear en la guerra de liberación nacional.
La relación entre la subversión y el terrorismo es la misma que existe entre el todo y las partes. Una guerra revolucionaria generalmente se desarrolla a través de diferentes fases.
La guerra comienza con el establecimiento de un aparato subversivo. La segunda fase consiste en actividades terroristas y antigubernamentales en nombre de los derechos humanos y la liberación; la tercera fase es la guerra de guerrillas. La cuarta fase es la guerra total que ocnduce a la ofensiva final, tal como ocurrió en Nicaragua 3n 1979 y probablemente sea el caso de El Salvador en 1980. A través de toda la campaña, una andanada creciente de propaganda se refiere a Estados Unidos.
Las metas principales de la guerrilla subversiva y urbana que enfrentan a la sociedad existente son cuatro:
a) Demostrar al "pueblo" que las autoridades son impotentes para darle protección e incluso para protegerse a sí mismas en contra del terror.
b) Financiar niveles crecientes de violencia, propaganda y terror por medio del secuestro, el asesinato y el robo.
c) Provocar al as autoridades para que reaccionesn exageradamente. (El objetivo aquí es radicalizar a individuos que podrían simpatizar con la revolución, pero que probablemente no tendrían una participación activa si no fuera por la sobrerreacción que produce odio y polarización, así como la pérdida del apoyo norteamericano).
d) Derrocar al gobierno establecido combinando las tres primeras metas con la "propaganda del hecho". Como un paso importante dirigido a su meta última, los terroristas crean el caos.
El triunfo sandinista en Nicaragua siguió claramente este modelo, pero también incluyó un nuevo elemento: la agresión externa por medio de tropas con bases operativas en Costa Rica, que fueron equipadas con armas importadas, vía Panamá, de Cuba y de Estados Unidos.
Los sandinistas incluían cuadros comunistas de otros países. A pesar de toda esta ayuda internacional, cuando Somoza dejó el país los insurgentes ni siquiera habían conseguido todavía su objetivo de liberar la ciudad de Rivas, cercana a la frontera costarricense, desde donde intentaban proclamar un gobierno provisional. Somoza y la guardia nicaragüense abandonaron la lucha debido a que Estados Unidos había cortado el reabastecimiento de municiones.
La base nicaragüense en el continente americano facilitará una repetición del nuevo modelo revolucionario de Nicaragua. Ya se han enviado a las guerrillas en Guatemala las armas norteamericanas previamente vendidas a Nicaragua. Guatemalas la porción estratégica de Centroamérica, en virtud de su colindancia con los vastos campos petroleros mexicanos.

Propuesta Nº 2

La formulacióon de política de Estados Unidos debe diferenciarse de la propaganda que aparezca en los medios de comunicación generales y especializados, inspiradas por fuerzas abiertamente hostiles a Estados Unidos.

La cobertura de la realidad política latinoamericana por los medios de ifnormación norteamericanos es inadecuada, y muestra un sesgo sustancial a favor de los partidarios de la transformación socioeconómica radical, sobre bases colectivistas, de los países menos desarrollados. La reforma y el desarrollo a menudo no se distinguen de la revolución comunista, y las noticias prestan una atención insuficiente a las diferencias geofísicas y sociológicas peculiares que existen entre, por ejemplo, Guatemala y Costa Rica, o entre Argentina y Perú. Esto da como resultado un estímulo a la visión equivocada de que las únicas alternativas son la oligarquía o los regímenes autoritarios que profesan el anticomunismo, y alguna forma de populismo de izquierda o socialismo.
Los activistas radicales explotan la escasa comprensión sobre los países particulares y los errores de cocnepción respecto a las alternativas políticas y económicas reales, por emdio de la inyección de un flujo continuo de información falsa que abusa de nuestros amigos y glorifica a nuestros enemigos.
La manipulación de los medios de información a través de grupos vinculados a las diferentes iglesias y de otros grupos de presión denominados de defensa de los derechos humanos, ha desempeñado un papel cada vez más importante en el derrocamiento de gobiernos autoritarios, pero favorables a Estados Unidos, y en su reemplazo por dictaduras antinorteamericanas, comunistas o procomunistas, con un carácter totalitario.

Propuesta Nº 3

La política exterior de Estados Unidos debe empezar a contrarrestar (no a reaccionar en contra) la Teología de la Liberación, tal como es utilizada en América Latina por el clero a ella vinculado.

El papel de la iglesia en América Latina es vital para el concepto de libertad política. Desafortunadamente, las fuerzas marxistas-leninistas han utilizado a la iglesia como un arma política en contra de la propiedad privada y del capitalismo productivo, infiltrando la comunidad religiosa con dideas que son menos cristianas que comunistas.

Propuesta Nº 4

Estados Unidos debe rechazar la suposicion errónea de que, frente a los gobiernos autoritarios, puede desarrollar e imponer fácilmente alternativas democráticas al estilo norteamericano, así como dejar de lado la convicción igualmente conflictiva de que, en tales situaicones el cambio per se es inevitable, deseable y del interés norteamericano. Esta creencia ha inducido a la Administración Carter a participar activamente en el derrocamiento de gobiernos autoritarios no comunistas, a la vez que adoptaba una posición pasiva frente a la expansión comunista.

Propuesta Nº 5

La política de derechos humanos, que constituye un concepto cultural y políticamente relativo que la presente Administración ha utilizado para itnervenir a favor del cambio político en algunos países de este Hemisferio, afectando de manera adversa la paz, la estabilidad y la seguridad de la región, debe ser abandonada y reemplazada por una polítca no intervencionista de realismo político y ético.

La naturaleza cultural y éticamente relativa de la noción de los derechos humanos queda clara cuando se advierte el hecho de que los argentinos, los brasileños y los chilenos encuentran repugnante que en Estdos Unidos, en donde legalmente se autoriza la liquidación de más de un millón de niños en gestación cada año, se sienta moralmente violentado ante la muerte de un terrorista que lanza bombas y ametralla a civiles inocentes.
Ellos preguntan, ¿qué pasa con los derechos humanos de las víctimas del terrorismo de extrema izquierda? Los que toman las decisiones en política en Estados Unidos deben descartar la ilusión de que alguien que arroja un cóctel molotov en nombre de los derechos humanos respeta tales derechos. De la misma manera, los críticos más vociferantes de las instituciones de un país y su manera de vida no articulan ncesariamente las aspiraciones populares de la mayoría.
Una política de derechos humanos ideológicamente motivada y aplicada de manera selectiva va en detrimento de los derechos humanos correctamente concebidos. Ha costado amigos y aliados a Estados Unidos, y nos ha hecho perder la influencia en países importantes de América Latina. Incluso ha contribuido a la desestabilización y la pérdida, o pérdida prospectiva, de países como Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Costa Rica.
En ninguna parte los derechos humanos a la vida, a la propiedad y a las libertades civiles están hoy día más seguros que antes de la inciiación de la campaña selectiva de derechos humanos en 1977. La realidad de las situaicones que enfrentan los gobiernos latinoamericanos que se encuentran bajo ataque por grupos revolucionarios itnernos, apoyados por el eje soviético-cubano, hay que entenderla no simplemente como una amenaza a alguna supuesta oligarquía, sino como una amenaza a los intereses de seguridad de Estados Unidos.
Si Estados Unidos se conforma con una política exterior que promueva la paz, la estabilidad y la exclusión del comunismo del continente americano, habrá bastantes ocasiones para promover el respeto de libertades civiles concretas, y una verdadera mejoría económica para todos los pueblos del continente americano.
TERCERA PARTE
LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS Y SOCIALES

A. Energía

Propuesta.

Estados Unidos debería alentar y ayudar a las naciones del Hemisferio Occidental para que desarrollen su potencia energético en materia petrolera, nuclear, agrícola e industrial. Debe revivirse la fórmula Eisenhower de "átomos para la paz" y de intercambio de capital y tecnología por energéticos.

Un alto consumo de energéticos y una tecnología de avanzada son características de las modernas sociedades industrializadas. La producción es la consigna para el progreso. Puesto que el avance y la modernización de América Latina son mutuamente ventajosos para todo el continente, Estados Unidos debería tomar el liderazgo en el intercambio de capital y tecnología por importaciones de energéticos.
Iberoamérica está dotada con un vasto potencial petrolero. México, Venezuela, Ecuador y Argentina se encuentran entre los principales productores del mundo. No obstante, esas reservas -vitales para el Mundo Libre en momentos en que los abastecimientos del Medio Oriente están en peligro- son limitadas. Por lo tanto, Estados Unidos debería ayudar en el desarrollo de fuentes alternativas de energéticos tales como la energía nuclear, la fusión, la geotérmica y la solar, ya que si Iberoamérica va a asumir su papel en la defensa de Occidente, debe modernizarse.
Las naciones recientemente industrializadas de América Latina ya están comprometidas en el desarrollo nuclear. Hay que satisfacer las necesidades de energía para el desarrollo actual y futuro. La oposición norteamericana por parte de las Administraciones Ford y Carter a las instalaciones atómicas de América Latina nohan detenido los proyectos y simplemente han empujado a Méixo, Brasil y Argentina a adquirir tecnología nuclear en Europa Occidental y Japón. Por consiguetne, Estados Unidos no simplemente perdió ingresos sino también influencia en estos programas nucleares. Los combustibles fósiles son finitos. Estados Unidos debe asumir el liderazgo en un programa de átomos para la paz que acelere la producción industrial y aún la agrícola.
Los alimentos son un arma en un mundo de guerra. Cuatro de los siete productors agrícolas con excedentes del mundo se encuentran en el Hemisferio Occidental: Canadá, Estados Unidos, Brasil y Argentina. Junto con los productores del Pacífico -Australia y Nueva Zelanda-, el continente americano podría ejercer una presión poderosa sobre Estados potencialmente hostiles, teniendo como rehenes a sus importaciones de alimentos, y así modificar el balance entre el Nuevo y el Viejo Mundo.

B. AGRICULTURA

Propuesta Nº 1

Tanto la política comercial de Estados Unidos hacia los países de América Latina como los programas de ayuda para su sector agrícola, deberían intentar maximizar las ventajas comparativas en la producción y fomentar el desplazamiento hacia la producción de cultivos comerciales que incrementen el comercio recíproco.

Los mercados norteamericanos para furtas y verduras frescas de invierno constituyen el ejemplo más obvio de dónde una reducción de las barreras de importación a los mercados norteamericanos para los productos latinoamericanos podrían maximizar las ventajas comparativas para un beneficio mutuo.
El suelo, el clima y los costos relativos de la mano de obra en relación con la tecnología dan a Estados Unidos ventaja en el costo de producción para cereales y legumbres vis à vis México, América Central y el Caribe. De manera semejante, la Cuenca del Caribe posee ventajas en la producción de frutas de mesa, verduras y azúcar. Sin embargo, el maíz y el frijol son un producto básico en la dieta de mcuhos de estos países. Los minifundistas de Guatemala o Nicaragua podrían recibir un ingreso mayor convirtiéndose a la producción de cultivos comerciales tales como espárragos, frambuesas, etc., para vender al mercado norteamericano, y comprando a cambio maíz importado de Estados Unidos.
Consciente de la realidad eocnómica de las ventajas comparativas, la agricultura chilena está alejándose rápidamente de la producción de granos y expandiendo la producción de cultivos especializados para la exportación hacia Oriente, Europa y Estados Unidos. En general, el trigo puede comprarse más barato en la Argentina de lo que cuesta producirlo en Chile, mientras que los cultivos especializados pueden venderse a precios más altos en otros lugares.

Propuesta Nº 2

En la medida que Estados Unidos aliente la diersificación de la agricultura latinoamericana con el fin de maximizar las ventajas comparativas en la producción deberá permitir su acceso al mercado norteamericano.
Estados Unidos debería intentar expandir su demanda de la tradicional porducción azucarera de la cuenca del Caribe, por medio del desarrollo y la compra de combustibles alcohólicos fabricados sobre la base de azúcar.

El precio del petróleo dela OPEP y la dislocación que éste ha causado en las balanzas de pago de los países de este Hemisferio, hace que sea altamente deseable la introducción rápida de fuentes alternativas de energía que tengan un carácter renovable. Al mismo tiempo, Brasil, Jamaica y otras naciones del Caribe deficitarias en petróleo, pueden y deben producir recursos en su programa de combustible alcohólico. Estados Unidos debería sumarse a este esfuerzo, contribuyendo con toda la tecnología avanzada que esté disponible.

Propuesta nº 3

El congreso de Estados Unidos debería establecer, por medio de la Agencia para el Desarrollo Industrial -ADI- (sic. N.del E.), un programa de préstamos directos a la agricultura dirigidos a empresas cooperativas o comunidades tribales.

La propidad comunitaria tribal de la tierra es una tradición secular de las culturas indígenas. De la misma manera las cooperativas son una institución útil y eficaz para la acción solidaria y la propiedad conjunta del capital productivo para el desarrollo y la operación.
En Guatemala, donde el gobierno está abriendo enormes áreas de tierra virgen al asentamiento de indígenas cuyas propiedades en las zonas altas se han fraccionado progresivamente con el crecimiento demográfico de cada generación, principalmente, las nuevas tierras se asignan en propiedad comunitaria, si se asignan en forma privada, no pueden ser vendidas ni embargadas como consecuencia de su hipotecameinto. La provisión de recursos crediticios para estos campesinos es de vital importancia, y el gobierno está alentándolos inteligentemente a que desarrollen cultivos comerciales para la exportación en vez de producir el maíz y los frijoles traidiconales para su propio consumo.
Proporcionando capital para constituir nuevas instituciones de préstamo dirigidas a estas empresas de características únicas, que no tienen la garantía de tierras hipotecables, Estados Unidos podría estimular a los gobiernos que buscan ayudar a su población campesina pobre a escapar a la agricultura de subsistencia. Una acción por parte del Congreso publicitaría el compromiso de asistencia de Estados Unidos, y otorgaría la posibilidad de control para asegurar que la ayuda norteamericana se dirige a empresas libres y productivas, en vez de programas estatales no económicos.

Propuesta Nº 4

Es necesario aumentar el énfasis actual que Estados Unidos pone en el desarrollo de la infraestructura pública rural, estimulando empresas pequeñas creativas en la generación de utilidades y que habrán de reinvertir una porcións significativa de sus ganancias en el entrenamiento y en la asistencia técnica a campesinos locales, tanto en el transcurso de sus operaicones normales como a través de proyectos especiales orientados hacia la comunidad.

Desde 1974 la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (ADI), ha sido encargada de la tarea de concentrar sus recursos en ayudar a mejorar el destino de los segmentos más pobres de la población en los países menos desarrollados, que son, en la mayoría de los casos, los pobres del campo.
En la América Latina continental, tal vez la mayoría de la población muy pobre, agrícola y rural, son indígenas no europeizados que mantienen estilos de vida e idiomas tradicionales precolombinos. Demasiado frecuentemente, los esfuerzos para mejorar el nivel de vida de estas personas e integrarlos a la economía moderna de sus países parten de la premisa, latente o explícita, del imperialismo cultural. Esto es explícito cuando se parte de que es preciso erradicar los patrones culturales tradicionales para mejorar el nivel de vida de la población indígena; y latente cuando se introducen programas de desarrollo o asistencia que son inapropiados para el ambiente cultural que existe, y que podrían tener éxito solamente en la medida en que la gente abandone sus maneras y actitudes tradicionales.
La construcción de carreteras, plantas hidroeléctricas y altos hornos es incomparablemente menos útil, para esta gente, que la instalación de sistemas sencillos de agua potable, la introducción de nuevos cultivos capaces de mejorar sus dietas deficientes en vitaminas y proporcionar cultivos comerciales para vender, y la enseñanza de cómo cuidar a sus ovejas para aumentar así su abastecimiento de carne y de lana para el consumo o la venta. Para ayudarlos ahora y abrir el camino a la transformación cultural -si esto es lo que ellos deciden que quieren-, estas personas necesitan tecnologías y tecnologías sencillas que muestren resultados perceptibles y que sean fácilmente aplicables a su situación inmediata.
Un personal innovativo y adaptable que trabaje y viva con estos pueblos indígenas, y no enormes cantidades de dinero, es la clave para ayudarlos. El sistema existente para la asistencia al desarrollo no es apropiado para ayudar a que lag ente se ayude a sí misma en el contexto de su situación, ya que o bien opera a través de estructuras institucionales públicas remotas, demasiado sofisticadas e impersionales, o bien porque -como en el caso del Cuerpo de Paz- el personal es demasiado transitorio como para ganar la confianza de las personas a las que se dirige, o está inadecuadamente capacitado en las tecnologías más apropiadas. Se necesita, en cambio, un enfoque de largo plazo, localizado y altamente personalizado.
Las pequeñas empresas privadas, orientadas al lucro en un área determinada pueden ser el mecanismo uqe ayude a las poblaciones indígenas locales, particularmente, pequeñas mpresas agrícolas que estén comprometidas a usar las utilidades de forma tal que tengan un impacto social en el desarrollo de la comunidad.

C. LA DEUDA

Propuesta

El Congreso de Estados Unidos debería llevar a cabo inversiones periódicas de los problemas de deuda de las naciones latinoamericanas, y orientar su política de desarrollo hacia el objetivo de crear un mercado latinoamericano autónomo de capitales.
Cojn el fin de complementar y coordinar el esfuerzo por establecer un mercado de capitales iberoamericano autónomo, el Congreso debería alentar la ivnersión extranjera privada directa.

Tal vez el obstáculo más grave para el desarrollo económico en América Latina en la actualidad es la creciente carga de la deuda. El crecimiento interno es y seguirá siendo reducido, a causa de la creciente necesidad de utilizar las escasas divisas para pagar el servicio de la deuda externa. La reciente experiencia de Perú proporciona un ejemplo de este problema regional.
En junio de 1978 se consideraba que Perú estaa al borde de la cesación de pagos. La deuda del gobierno peruano sumaba más de 5 mil millones de dólares, y si se hubieran hecho efectivos los interreses para 1978, estos pagos hubieran representado más del 55% de los ingresos totales de Perú por concepto de exportaciones. La regla general sobre la proporcionalidad entre la deuda y los ingresos de divisas es: el servicio de la deuda no deberá exceder el 25% del ingreso anual bruto de divisas. La deuda industrial (sic. N.del E) privada peruana añadió otros 2 mil millones de dólares a la deuda externa de Perú. Se evitó dejar de cumplir con esta deuda total de 7 mil millones de dólares gracias a que los bancos privados refinanciaron su pago y hubo un aporte de ayuda gubernamental norteamericana.
Los banqueros privados norteamericanos, europeos y japoneses propusieron pagos que se les debía efectuar en el año 1978. Además, la ADI otorgó a Perú un préstamo agrícola rural a un plazo de 20 años por un valor de 15 millones de dólares (a una tasa de itnerés del 2% para los primerso 7 años y del 3% para los restantes). Después del préstamo del gobierno norteamericano, los bancos privados hicieron un nuevo préstamo en diciembre de 1978, con plazos más largos para cubrir los pagos pospuestos.
Las propuestas acerca del problema de la deuda latinoamericana que se hacen en Estados Unidos, generalmente sugieren incrementar el flujo de fondos públicos estadounidenses a los bancos multinacionales (BMN), y renegociar o alargar los plazos de pago de la deuda privada. Además, piden al Congreso incrementar su contribución a los bancos multinacionales y proporcionar fondos directos en casos de cesación de pagos. Estados Unidos, bajo la dirección del Congreso, necesita revisar y desarrollar una política coherente para enfrentar los problemas de la deuda en América Latina, dentro del contexto de una política dirigida a estimular el desarrollo y a promover un mercado latinoamericano autónomo de capitales.


D. EL MOVIMIENTO SINDICAL LIBRE

Estados Unidos, trabajando con y a través de la AFL-CIO y de otras organizaciones sindicales independientes, debería formentar el movimiento sindical libre en América Latina, ya que los sindicatos autónomos son esenciales para el avance económico y la defensa de las instituciones democráticas.

La productividad es la clave del progreso. Los obreros, los ejecutivos y el capital comparten la responsabilidad de incrementar la producción industrial y agrícola. La empresa privada y la economía de libre mercado han demostrado de manera clara que son superiorers a las economías controladas con capitalismo de Estado, en la tarea de producir las mercancías y los servicios que requieren los consumidores.
Un movimiento sindical libre, si está basado en la elección y en la asociación voluntaria, es fundamental para la filosofía de una economía de mercado libre. Además, el derecho de los trabajadores para organizarse en su propio interés, no solamente para asegurarse su protección económica, sino también una defensa política contra el poder monopólico, público o privado, nacional o inernacional, es de interés también para la libertad. Estados Unidos, uno de los pocos países que ha dado una oportunidad al trabajador, es el agente ideal para proteger y apoyar al movimiento sindical libre, el cual, por su propia supervivencia e interés, debe tener una postura firme contra el estatismo y el centralismo.

E. LA TRANSFERENCIA DE TECNOLOGÍA

Propuesta Nº 1

Estados Unidos debería transferir tecnología para el continente americano, como parte de la renovación estratégica de este hemisferio. Los objetivos serían fortalecer los nexos hemisféricos y mejorar la seguridad a través de la construcción de sistemas políticos y económioos viables de libre empresa, aliviando así la pobreza, el hambre y la enfermedad, problemas críticos para muchos de los países del continente americano.

Durante la década pasada, la transferencia de tecnología ha sido una irritante constante de las relaciones hemisféricas. Particularmente en los últimos tres años, los aliados de Estados Unidos han presenciado cómo se transfería tecnología norteamericana a los soviéticos y a las Naciones de Europa Oriental, mientras que al mismo tiempo la Administración Carter les negaba esta posibilidad. Como otro ejemplo crítico del uso cínico e hipócrita de los derechos humanos como arma política, los amigos de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental están confundidos y molestos por esta discriminación ultrajante e indebida en la transferencia de tecnología.
El impacto es total y devastador, condenando a millones de personas alfabetizadas y capaces a una existencia de pobreza o semipobreza. Para las poblaciones indígenas el futuro es aún más funesto. La retórica de la extrema izquierda acerca de los derechos humnos y la dignidad no tiene significado alguno para las familias hambrientas, estén en los Andes o en la isla de Cuba.
Al adoptar una política que aliente la transferencia de tecnología como sólo uno de nuestros instrumentos estratégicos, Estados Unidos no solamente realzaría su propia reputación como líder responsable del Mundo Libre, sino que contribuiría de manera sustancial a la mejora de los derechos humanos en el continente americano.
Como una contribución recíproca a nuestra cultura común, nuestra seguridad, nuestro sistema económico y social conjuntos, la transferencia de tecnología tiene el mayor potencial para el futuro de un contintente americano libre y fuerte.

Propuesta Nº 2

Como parte de una nueva política hacia este Hemisferio, Estados Unidos debería adoptar una estrategia de transferencia de tecnología semejante a la que actualmente está en vigencia con Israel. Esta política reconocería que el Mundo Libre combine los recursos humanos con la tecnología de Estados Undios para mejorar la red económica, política y social de los países individuales. Constituiría una respuesta importante y positiva a los problemas de la pobreza, el desempleo y la miseria económica que son los viveros del comunismo y del terrorismo urbano. Evidentemente, esta política debería ser diseñada para satisfacer las necesidades de cada país individual.

Históricamente ha existido cierta renuencia por parte de Estados Unidos hacia la transferencia de tecnología a América Latina. Las razones de esto son múltiples y variadas. Basta decir que esta renuencia ha producido frustración y hostilidad por parte de los latinoamericanos, en la medida que han presenciado a Estados Unidos transferencia de tecnología a otras áreas del mundo, inclusive del bloque comunista. En la opinión de algunos de ellos, esto fue parte integral de la “agresión económica” de Estados Unidos al resto del Hemisferio. Este tema fue repetido y amplificado por los movmientos comunistas en el continente americano.
La transferencia de tecnología es un problema muy complejo y complicado que involucra a varias áreas, algunas de las cuales son inmediatas y sencillas, tales como la presencia de científicos en instalaciones de alta tecnología norteamericana. Otras son más difíciles y requieren de más tiempo, tales como el entrenamiento de ejecutivos y programadores en instalaciones de Estados Unidos y en el país receptor. Lo que es más, algunas áreas están complicadas por diversas leyes que gobiernan las regalías y las patentes. Ejemplo de esto son los paquetes técnicos que se transfieren a un país para permitir que en él se fabrique un producto determinado. Esto último requiere de un alto nivel de capacidad técnica o de una ayuda sustancial de alguna otra fuente.
Ya es hora de que Estados Unidos, como parte de una nueva política hacia nuestros vecinos en este Hemisferio, adopte una política más esclarecida y estratégicamente más sensata en relación con la transferencia de tecnología.

F. EDUCACIÓN

Propuesta

Estados Unidos debe tomar la iniciativa ideológic. Es esencial el estímulo a un sistema de educación en América Latina que ponga el énfasis en la herencia intelectual común del continente americano. La educación debe inculcar el idealismo que habrá de servir como un instrumento para la supervivencia.

El objetivo de la guerra lo constituyen las mentes de la humanidad. La ideopolítica habrá de prevalecer. Estados Unidos ha fracasado de manera especial en proyectar los ideales de la libertad política, la iniciativa privada, el decentralismo dogmático y el patriotismo prudente que el pueblo norteamericano sostiene. A pesar de las diferencias regionales, estos mismos conceptos heredados de la cultura griega, la ley romana y la moralidad judeocristiana son comunes tanto a la América ingesa como a la América Latina. Así, mientras que el entrenamiento técnico es necesario para el progreso material, la educación filosófica es primordial. Las dosgrandes preguntas de cualquier época: “¿quién soy yo?” y “¿qué hago aquí?”, siguen presentes en la actualidad. Las respuestas son múltiples y variadas, y armonizan bien con la diversidad del continente americano. Pero, con la excepción de los Estados marxistas totalitarios del Hemisferio
Occidental, las naciones independientes comparten una tradición común.
La educación es el medio por el cual las culturas retienen, transmiten y hasta promueven su pasado. Así quien controla el sistema de educación determina el pasado o cómo se ve a este tanto como el futuro. El mañana está en las manos y en las mentes de quieens hoy están siendo educados.
Estados Unidos no debería tratar de imponer su propia imagen a Iberoamérica. Ni el pluralismo liberal ni la democracia wilsoniana se han exportado existosamente. Sin embargo, deberíamos exportar ideas e imágenes que alienten la libertad individual, la responsabilidad política y el respeto a la propiedad privada. Debe iniciarse una campaña para captar a la élite intelectual iberoamericana a través de medios de comunicación tales como la radio, la televisión, libros, artículos y folletos, y también debe fomentarse la concesión de becas y premios. Puesto que la consideración y el reconocimiento son lo que más desean los intelectuales, tal programa los atraería. El esfuerzo norteamericano debe reflejar los verdaderos sentimientos del pueblo norteamericano, y no el estrecho espectro de Nueva York y de Hollywood: si la imagen no es genuina fracasará. Estados Unidos debe proporcionar la voluntad y la filosofía que se hallan detrás de las políticas cocnretas, si es que el continente americano va a sobrevivir y a prosperar.

G. LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS, COMERCIALES Y DE INVERSIÓN

Propuesta Nº 1

Estados Unidos debería promover una política favorable al capitalismo privado, el libre comercio y la inversión directa interna y extranjera en empresas productivas en América Latina.

El capitalismo está dirigido hacia la producción. El socialismo se concentra en la distribución: hay que tener algo que dar, en primer lugar. De los dos tipos de capitalismo -el privado y el estatal-, el capitalismo privado ha sido tradicionalmente el más productivo. De ahí que Estados Unidos debería, por el bien común tanto de la América Latina como de la América inglesa, promover la empresa privada.
El comercio y la ayuda son esenciales. La reducción de las barreras arancelarias entre las naciones independientes del continente americano facilitará el intercambio de bienes y servicios. Mientras que Estados Unidos debería dar un tratamiento arancelario preferencial a todos los productos agrícolas y a algunos productos industriales latinoamericanos. Iberoamérica debería responder con reciprocidad. La importación liberal por parte de Estados Unidos de productos agrícolas y bienes industriales claves para América Latina, estabilizaría los ingresos de divisas de Iberoamérica, ayudando de esta manera al pago de sus servicios de la deuda, y aliviando la necesidad de préstamos del gobierno norteamericano.




Propuesta Nº 2

Estados Unidos, con el fin de facilitar el comercio interamericano, debería no solamente buscar un vínculo más estrecho con la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y con el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) sino que debería también solicitar su asociación a estas dos organizaciones. Sería factible que Estados Unidos tuviera una participación plena en la ALALC y en el SELA una vez que se estableciera un mercado de capitales autónomo latinoamericano.

Propuesta Nº 3

La política económica exterior de Estados Unidos debería consistir en influir sobre los bancos multinacionales para que cooperen con Estados Unidos en el control de la inflación, en el apoyo a esquemas de autofinanciamiento en sectores productivos, en el estímulo al desarrollo energético -hidroeléctrico, nuclear y de gas-, y en el financiammiento de proectos tales como la electrificación rural.

Propuesta Nº 4

Estados Unidos debería apoyar la reforma institucional de los bancos multinacionales y dirigir aportes del Congreso al Banco Interamericano de Desarrollo para programas de desarrollo específico, tal como hizo Venezuela en 1975. El Congreso debería considerar la idea de un Fondo Monetario Latinoamericano, con el propósito de ayudar al desarrollo de las capacidades de formación autónoma de capital dentro de América Latina para propósitos productivos.

Todas las empresas multinacionales son asuntos importantes para quienes están preocupados por el desarrollo económico. Pero los bancos multilaterales de desarrollo son elementos críticos de una política norteamericana dirigida a estimular la autonomía y la cooperación entre las naciones americanas. El Banco Mundial ofrece una gran cantidad de dinero a muchos países. Pero su preocupación principal no es América Latina. El Congreso debería seguir utilizando su inflencia, e instando al Banco Mundial a que apoye a las naciones hispanoamericanas que buscan la autonomía la cooperación con Estados Unidos.
Establecido en 1959 con un capital autorizado de mil millones de dólares, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fue fundado para responder a las demandas latinoamericanas de una agencia de préstamos que financiara exclusivamente a los Estados latinoamericanos sobre una base flexible. La gran mayoría del capital del BID fue asignada para respaldar operaciones bancarias regulares mientras que el 15 por ciento se destinó a operacines especiales apra conceder préstamos suaves, Estados Unidos tomó el 41 por ciento de las acciones regulares y el 66 por ciento del Fondo para Operaciones Especiales (FOE). El BID ha operado sobre las bases del principio de la autoayuda entre sus miembros. En julio de 1976 nueve naciones no americanas se integraron al BID, que ahora se ha convertido en un banco multirregional.
El Congreso ha mostrado una creciente preocupación acerca de la falta de supervisión, la apertura de las operaciones y la responsabilidad de los bancos multinacionales. Una reafirmación del Congreso en estos asuntos sería bien acogida, no simplemente porque es el causante norteamericano quien proporciona fondos sustanciales para estas instituciones, sino también porque el Congreso necesita evaluar la eficiencia general de estos programas y coordinar las políticas económicas directas e indirectas de Estados Unidos.

Propuesta Nº 5

Estados Unidos debería ayudar a proteger a las industrias medianas latinoamericanas de la amenaza de destrucción que implican las empresas multinacionales.

Latinoamérica está industrializándose. Aunque la mayoría de sus líderes han abonado la tesis de Raúl Presbhich (respecto de que mientras los precios industriales tienden a incrementarse los precios de los productos agrícolas tienden a disminuir) y, por consiguiente, lanzado un programa demasiado ambicioso de industralización y abandono de los campos y granjas por la fábrica, existen muchas medianas que son económicamente viables. Estas industrias pueden competir en el mercado abierto si no son estranguladas y ahogadas por el dumping de las empresas multinacionales que aspiran a mantener un monopolio. La integración del Pacto del Amazonas y del Pacto Andino en diciembre de 1979, así como el fortalecimiento del SELA (Sistema Económico Latinoamericano) indican que los iberoamericanos son conscientes del problema. Estados Unidos, en cooperación con la ALALC y el SELA para la reducción de aranceles y el establecimiento de una supervisión a las empresas multinacionales con base en Estados Unidos, puede contribuir a rescatar a estas industrias del grupo mediano.


CUARTA PARTE

LOS DERECHOS HMANOS Y EL PLURALISMO IDEOLÓGICO

Propuesta Nº 1

Estados Unidos debería cesar de dirigir hacia sus aliados su inequitativamente aplicado actual programa de derechos humanos.
Un programa de derechos humanos vigorosa y equitativmente aplicado es el arma milagrosa de Estados Unidos contra la Unión Soviética y sdus satélites y sustitutos. Curiosamente, la Adminisración actual, a pesar de los Acuerdos de Helsinki y los Basket Two Agreements, no ha intentado seriamente aplicar su doctrina de derechos humanos contra la Cuba de Castro, la Nicaragua sandinista u otros satlélites soviéticos en el Hemisferio Occidental. Sin embargo, Argentina, Brasil, Chile, El Salvador, Guatemala, la Nicaragua de Somoza y Paraguay -todos aliados de antaño- han sido acosados.
Frente a la opción de un aliado ocasionalmente deplorable y de un enemigo consistentemente deplorable desde 1977 Estados Unidos ha ayudado a su adversario y se ha enemistado con su aliado. El resultado, como fuera señalado en la sección sobre la subversión interna, ha sido la desestabilización de los gobiernos amistosos que estaban convencidos de que confrontaban una guerra civil inspirada y apoyada internacionalmente, y que han actuado en consecuencia.

Propuesta Nº 2

Estados Unidos debería aplicar la doctrina del pluralismo ideológico a todo el espectro político, no simplemente a los regímenes internacionalistas de la izquierda.
Desde 1977 Estados Unidos ha practicado una política de pluralismo ideológico sesgada. El Salvador se encuentra sitiado por insurgentes y apoyados por otros países. Intentando estabilizar la situación, Estados Unidos ayudó a la instalación de una junta militar en San Salvador el 14 de octubre de 1979. No obstante el país sigue en el caos. Además, la intervención norteamericana para impedir una serie de tentativas de golpe de Estado desde noviembre de 1979 por parte de elementos nacionalistas de las Fuerzas Armadas Salvadoreñas, no sólo ha desestabilizado aún más a esta nación, isno que ha constituido una burla del principio del pluralismo ideológico. El Departamento de Estado parece considerar como idénticos al pluralismo ideológico y a los regímenes internacionalistas de izquierda, por lo que elimina automáticamente a los partidos nacionalistas de derecha o aun a los de centro. Esta aplicación desigual de una doctrina esencialmente correcta, simplemnete ha servido para fortalecer el dominio de la Unión Soviética y de sus sustitutos en el Caribe y en América Central.

QUINTA PARTE
LAS RELACIONES INTERAMERICANAS

A. RELACIONES ESPECIALES CON PAÍSES
BRASIL, MÉXICO CUBA

Propuesta Nº 1

Estados Unidos debe consagrar una atención particular a tres naciones -Brasil, México y Cuba-, en virtud de su especial importancia en el Hemisferio Occidental.
Una nueva política para el continente americano supone más que la suma de sus partes. Estados Unidos necesita más que un conjunto de relaciones bilaterales satisfactorias con más de 20 países que van desde Canadá hasta Argentina. Sin embargo, no es posible pasar por alto las partes individuales.
Tres países en especial necesitan una atención minuciosa por su importancia intrínseca y por los fracasos que han tenido los esfuerzos de la Administración Carter para mejorar las relaciones con cada uno de ellos. Estos países son Brasil, México y Cuba. Brasil y México son seleccionados porque su tamaño y su fuerza ocupan el primero y segundo lugar en América Latina. Cuba, por otro lado, a pesar de su tamaño pequeño y de sus recursos insignificantes, se ha convertido en nuestro adversario mmás importante en el Hemisferio, extendiendo su influencia y la de la Unión Soviética mucho más allá del continente americano.

Propuesta Nº 2

Estados Unidos debería anunciar públicamente una política de estímulo a la adquisición y al uso apropiados y razonables de tecnología avanzada por parte de Brasil, inclusive el uso pacífico de la energía nuclear. Estados Unidos no debe hacer comentarios públicos sobre los los derechos humanos en Brasil, y debe abrogar el requerimiento impuesto por el Conreso de informar sobre la condición de los derechos humanos en países amigosd y aliados.
El próximo presidente de Estados Unidos debería extender una pronta invitación al presidente de Brasil a una reunión de trabajo en Washington con el fin de preparar pláticas que incluyan el comercio, la deuda y las cuestiones de energía. Además, Estados Unidos debería estimular activamente el acercamiento entre Argentina y Brasil, ya que abre nuevas posibilidades para el desarrollo económico rápido del Cono Sur, un desarrollo que ayudará a estimular el crecimietno en los países de la periferia del Cono, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
Brasil. Braisl es la república gigante de América del Sur. Su población (120 millones), su tamaño (mayor que Estados Unidos continental), su fuerza económica (200 mil millones de dólares de PNB) y sus recursos naturales legendarios hacen ya de él una potencia regional formidable. Para fines de este siglo, Brasil deberá convertirse en una potencia mayor en el contexto mundial.
Como resultado de la suerte, las circunstancias y la política racional, Estados Unidos casi siempre ha disfrutado de buenas relaciones con Brasil, en agudo contraste con nuestras relaciones frecuentemente tumultuosas con las repúblicas de habla hispana. Brasil fue, por ejemplo, el único país de este Hemisferio que, junto con Estados Unidos y Canadá, hizo una contribución sustancial de sangre y tesoro a la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
En 1976, durante el último año de la Administración Ford, las relaciones entre Brasil y Estados Unids probablemente habían llegado a su apogeo. Se cimentó una relación especial dej trabajo en un memorándum de entendimiento firmado por los ministros de relaciones exteriores de Estados Unidos y de Brasil. Ese memorándum prometía consultas estrechas entre los dos países en todos aquellos asuntos que los afectaran.
Sin embargo, la Administración Carter puso rápidamente fin a la relación especial, haciendo una fuerte presión sobre Alemania Occidental para que ésta cancelara su acuerdo nuclear con Brasil en una actitud que la Casa Blanca ni siquiera se molestó en notificar de antemano a los brasileños.
Las tentantivas de la Administración Carter para fortalecer la no proliferación nuclear en América del Sur fueron almism o tiempo torpes y sin éxito. Para Brasilia significó que Washington había emprendido una indebida interferencia en sus propios asuntos. Peor todavía, sintieron que Estados Unidos tenía la intención de negar tecnología de avanzada a una economía en desarrollo, una sospecha que los funcionarios brasileños tenían desde hacía mucho tiempo.
La insensibilidad de Estados Unidos respecto al acuerdo nuclear fue igualada, si no seobrepasada, por la crítica abierta de la Administración Carter hacia la situación de los derechos humanos en Brasil, país que, dicho sea de paso, aun aplicando los criterios de la Administración, para finales de la década de los setenta se encontraba entre los mejores de la región. Además, el señor Carter todavía agravó el error de su Administración adoptando una actitud fría hacia el gobierno de Geisel durante su visita oficial a Brasil en 1977, un retraimiento que se complementaba con pláticas cordiales con activistas de los derechos humanos. En la segunda escala de su viaje, Carter incrementó el fastidio de Brasil al abrazar al dictador militar de Nigeria, que no era por cierto un ejemplo en materia de derechos humanos.
Estas políticas gemelas de no proliferación nuclear y de derechos humanos envenenaron las relaciones con nuestro tradicional amigo y aliado en un momento de la historia en el cual Brasil está empezando a materializar su potencial. En el futuro cercano las relaciones podrán componerse, pero no mejorarse totalmetne. Los brasileños han planteado claramente que la vieja relación nunca podrá ser restaurada completamente, porque futuras administraciones podrían hacer lo que hizo el señor Carter, a saber: destruir los antiguos supuestos, literalmente, de un día a otro.
En vista de nuestros equivocados esfuerzos recientes para manipular a Brasil y a la poca atención puesta en la mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y Brasil, defendiendo así los intereses norteamericanos, la nueva Administración debe tomar la iniciativa de mejorar las relaciones con este país clave.

Propuesta Nº 3

México. Este país debe tener la más alta prioridad para la próxima Administración. Si no es por otra razón lo es porque las relaciones entre Estados Unidos y México se encuentran en su punto más bajo desde la primera presidencia de Woodrow Wilson. Los errores de la Administración Carter no es todo lo que no está bien en nuestras relaciones con nuestro vecino del Sur. Nuestra relación con México es una relación inherentemente difícil, de las más difíciles que Estados Unidos tiene en el mundo. Pero la clara ineptitud de la Casa Blanca ha llevado casi al punto de ruptura a una relación siempre difícil.
El primer error del señor Carter fue prometer demasiado y realizar demasiado poco. La promesa inicial en los primeros meses de 1977 sugirió que podría concretarse una relación especial con México. El entonces recientemente electo José López Portillo creía en esta promesa y necesitaba desesperadamente de nuestra ayuda después de la debacle de los últimos años de su predecesor.
La confianza de México en esta relación especial fue socavada en los primeros meses de la Administración Carter cuando el Departamento de Energía bloqueó un acuerdo sobre gas natural elaborado por México y por las compañías de gas norteamericanas. Fue socavada todavía más después del nombramiento de un embajador norteamericano sobre quien existía consenso acerca de su incompetencia. Estos errores iniciales fueron agravados por una visita presidencial a la Ciudad de México que no incluía negociaciones de importancia, pero que fue deteriorada por errores diplomáticos del mandatario norteamericano, después de haber recibido un reproche de su contraparte mexicana. Finalmente, la Administración Carter hizo una tentativa de encubrir su poca comprensión de los asuntos mexicanos y nombró a un segundo embajador para asuntos mexicanos con sede en Washington. Se suponía que este embajador coordinaría las negociaciones de un cierto número de asuntos pero sólo tuvo éxito en aumentar la confusión.


Hemos perdido tres años. Desafortunadamente casi todos los asuntos que necesitan resolverse deben concretarse antes de fines de 1981. El gobierno de López Portillo tiene un año más d e poder efectivo después de 1980. Durante su último año de presidencia (1882) el poder se deslizará de sus manos a medida que su sucesor desarrolle poder político. Además si se sigue el patrón de política mexicana del último medio siglo, el próximo presidente mexicano se encontrará políticamente más a la izquierda y, por lo tanto, será más difícil de tratar.
De todas maneras, el instinto propio de la Administración Carteer para tratar con regímenes a la izquierda de este país es moverse hacia la izquierda en un intento vano de compatibilidad mutua.
Desafortunadamente en el caso de México tal movimiento por parte de Estados Unidos resulta en que el régimen mexicano se desplaza aún más hacia la izquerda, con el fin de conservar la muy necesaria distancia entre Estados Unidos y México.
El novelista mexicano Carlos Fuentes ha criticado a Estados Unidos por considerar a México solamente como un pozo petrolero, pasando por alto a la gran civilización que efectivamente es México. El señor Fuentes tiene un buen argumento. Pero con demasiada frecuencia los escritores olvidan que los gobiernos tratan asuntos tan terrenales como el precio del gas, del petróleo y del tomate. El problema es que Estados Unidso ha fracasado en su manejo de lo terrenal, pero lo terrenal en este caso es fundamental.
La próxima Administración debe enfrentar las cuestiones críticas de coemrcio, energéticos e inmigración, y los acuerdos negociados deben estar en vigor para 1982.
Estados Unidos debería iniciar inmediatamente pláticas interrelacionadas de alto nivel acerca de los energéticos, la inmigración y el comercio.
Se debería eliminar la embajada especial para asuntos mexicanos, y el embajador de Estados Unidos en México debería ser el jefe de la delegación en las negociaciones. Estados Unidos debería mantener sus mercados abiertos a los productos mexicanos. La meta no es el establecimiento de un mercado común en Norteamérica, sino mantener abierto un mercado norteamericano para los bienes mexicanos, particularmente aquellos que provienen de industrias de mano de obra intensiva.
Estados Unidos y México deben buscar una solución al flujo de trabajadores indocumentados a Estados Unidos. La meta es proporcionar empleo temporal para un número determinado de ciudadanos mexicanos. La aplicación estricta de la cuota será responsabilidad tanto de las autoridades mexicanas como de las norteamericanas.
Estados Unidos y México deben elaborar acuerdos de largo plazo para el abastecimiento de gas y de petróleo. La meta para las importaciones norteamericanas de petróleo es alrededor de dos millones de barriles por día para principios de la décadas de los ochenta. Tal acuerdo podría beneficiar a ambos países. Para Estados Unidos, sin embargo, la importación de petróleo mexicano junto con compras mayores a otros productores del Hemisferio Occidental, aliviaría su dependencia del petróleo del Golfo Pérsico para 1985.


Propuesta Nº 4

Estados Unidos debe lanzar una nueva política para el Gran Caribe incluyendo Centroamérica. Esa política proporcionará una ayuda múltiple para todos los países amigos que se encuentren bajo el ataque de las minorías armadas que reciben asistencia por parte de las fuerzas externas hostiles. El programa combinará los elementos más exitosos de la Doctrina Truman y de la Alianza para el Progreso. Asimismo, Estados Unidos reafirmará el principio fundamental de la Doctrina Monroe, a saber, que no se permitirá a ninguna potencia hostil el desarrollo de bases o de aliados militares y políticos en la región. Una Doctrina Monroe revitalizada será multilateral, un punto de vista que desde hace mucho tiempo sostienen las repúblicas claves de latinoamérica.
Estados Unidos ya no puede aceptar el status de Cuba como Estado vasallo de los soviéticos. Hay que calificar a la subversión cubana claramente como tal, y hay que resistirla. El precio que La Habana debe pagar por tales actividades no debe ser un precio bajo. Estados Unidos solamente puede restaurar su credibilidad tomando una acción inmediata. Los primeros pasos deben ser francamente punitivos. Los diplomáticos cubanos deben irse de Washington. Hay que reanudar la exploración aérea. Hay que cortar los dólares de los turistas norteamericanos. Hay que revaluar el acuerdo de pesca de 1977, altamente ventajoso para la flota de pesca cubana.
Estados Undios debe ofrecer a los cubanos alternativas claras. Primero debe quedarle absolutamente claro al gobierno cubano que si siguen con el pasado se tomarán otras medidas apropiadas.
Cuba. Esta nación ha sido un problema para los formuladores de política norteamericana desde más de dos décadas. El problema no está más cerca de resolución actualmente que en 1960: de hecho, el problema ha crecido hasta tener proporciones verdaderamente peligrosas. Cuba no solamente es un arma efectiva para la Unión Soviética en África y en el Medio Oriente, sino que es crecientemente efectiva como una fuerza para la subversión de nuestro flanco sur: el Caribe y Centroamérica.
La próxima Administración debe entender que La Habana no quiere relaciones normales, salvo bajo sus propios términos, que son opuestos a los intereses de seguridad más fundamentales de Estados Unidos y de nuestros amigos en el Hemisferio Occidental. Cuba no aceptará un modus vivendi con este país que comprometa su relación con la Unión Soviética.
Por más de una década, la subordinación de La Habana a las metas de política exterior de Moscú ha llevado a ambas potencias comunistas a nuevas alturas de influencia en el mundo. En África y Medio Oriente, los cubanos han contribuido con la fuerza mlitar que mantiene en el poder a los regímenes marxistas de Angola, Etiopía y Yemen del Sur. Estos países, a su vez, proporcionan a Moscú y a La Habana todavía más oportunidades en África Central y Meridional (zona rica en minerales) y en el Golfo Pérsico (región rica en petróleo).
Mientras tanto, la ayuda cubana movimientos de izquierda en Nicaragua, El Salvador y Guatemala en los últimos dos años ha convertido a Centroamérica en una región de gran inestabilidad. Esto, a su vez, presenta oportunidades tanto para Cuba como para la Unión Soviética en México, con su petróleo, y en Panamá, con su canal.
Finalmente queda el problema obvio de la creciente presencia militar y de inteligencia de la Unión Soviética en la misma Cuba. La Administración Carter no ha hecho nada acerca de los pilotos soviéticos que hacen misiones de defensa aérea supersónicos (MIG 23) ni de los submarinos que están siendo transferidos a los militares cubanos. No ha hecho nada acerca del mejoramiento de las bases militares de Cienfuegos y de San Antonio de los Baños, ni acerca de las instalaciones de la inteligencia soviética cerca de La Habana.
Cuba tendrá que responder en algún momento acerca de su colaboración con los soviéticos en una política exitosa de subversión y desestabilización de este Hemisferio. Al mismo tiempo, debemos fortalecer a nuestros amigos que quedan en la región y llevar a cabo, al fin, algunas medidas preventivas.
La Habana tendrá que responder por sus políticas de agresión contra Estados hermanos en el continente americano. Entre estas medidas estará el establecimiento de Radio Cuba Libre bajo el patrocinio abierto del gobierno de Estados Unidos, que proporcionará información objetiva al pueblo cubano que, entre otras cosas, detalle los costos de la lamentable alianza de La Habana con Moscú. Si fracasa la propaganda, hay que lanzar una guerra de liberación nacional contra Castro.
La segunda alternativa consistirá en alentar a que los cubanos hagan un cambio radical en su política exterior. Aunque es improbable que Estados Unidos pueda recuperar a Cuba del control de la Unión Soviética, debemos poner en claro que si se termina la alianza cubano-soviética, Estados Unidos será generoso. La economía cubana está en ruinas, demolida por veinte años de mala gestión y modelación soviética. La ayuda de Estados Unidos debería sobrepasar con mucho lo que aún el régimen de Castro está exigiendo como un paso norteamericano hacia la normalización de las relaciones. Así, hay que presentar a La Habana dos opciones claras. Esta tendrá la libertad de escoger una u otra, pero Estados Unidos debe llevar a cabo la amenaza o la promesa con igual vigor.

B. LAS RELACIONES HEMISFÉRICAS

Propuesta

En vista de los problemas comunes que enfrentaremos en el continente americano en las próximas dos décadas, los Estados americanos deberían establecer un Comité de Desarrollo Energético, abierto a todos los países del Hemisferio, que se dedique a fomentar la cooperación en el desarrollo racional de los recursos de gas y de petróleo en todo el Hemisferio, a revitalizar el Comité Interamericano de Defensa, el Mando Continental Interamericano y el Tratado de Río, a revitalizar la propia OEA y a reubicar la secretaría en Panamá.
La idea del Hemiserio Occidental como un lugar especial, políticamente distinto del Viejo Mundo -sobre todo de Europa-, ha sufrido altibajos desde el momento de su concepción en el siglo XVIII. A veces la idea ha sido exagerada; se esperaba demasiado de ella, demasiado pronto. En otros momentos, como el actual, era pasada por alto, particularmente en Estados Unidos. Asimismo, en ocasiones la idea ha sido utilizada por una nación persiguiendo su estrecho propio interés. Promover el auto interés nacional no es, por supuesto, un comportamiento patológico, pero pocas veces basta para convencer a los demás de que la idea hemisférica es ventajosa para ellos también.
Sin embargo, durante toda la historia de este Hemisferio se puede decir que la idea misma nunca ha sido completa y definitivamente repudiada. A menudo ha servido a los intereses de la comunidad americana, y las instituciones e instrumentos creados por consentimiento común, aunque lejos de ser perfectos, han ido perfeccionándose por medio del método de aproximaciones sucesivas, durante casi dos siglos. El Hemisferio como idea, entonces, es un proceso por el cual los miembros de esta comunidad se han unido en beneficio común.
La meta de este proceso no es clara, aunque nadie propone una federación hemisferica de Estados, una sola América, en oposición a un mundo único. Las Américas son plurales en la cultura, en la historia y en las instituciones políticas, pero están unidas por aspiraciones similares, por la fuerza de la geografía y por la experiencia histórica compartida. En las últimas décadas de este siglo estarán también unidas por necesidades, peligros y oportunidades comunes.
Hay dos intereses básico primordiales que combinan los tres factores recién señalados: primero, la seguridad nacional; segundo, la estabilidad económica.
El primer factor refleja simplemente el hecho de que la mayoría de las repúblicas en el continente americano han adoptado, en mayor o menor medida, los principios de un gobierno representativo y democrático limitado en su autoridad.
No hay ninguna pretensión de que todos los regímenes cumplan perfectamente con estos requisitos, pero todos ellos son medidos en términos de estos valores, y en grado notable el ideal de las formas de gobierno no totalitarias tiene todavía vigencia. Además, este principio se encuentra atacado por una ideología hostil y ajena, cuyos partidarios, principalmente la Unión Soviética y Cuba, están apoyando a las minorías armadas inclinadas a la revolución, una revolución basada en principios radicalmente antidemcráticos, antilibertarios. La resistencia ante estos ataques es vital y no se puede hacer solamente sobre una base bilateral. El contraataque debe ser multilateral, como fue el caso en la Segunda Guerra Mundial.
Existe un instrumento disponible para la multilateralidad: la Organización de Estados Americanos. El principal reclamo en contra de la OEA es que sirve solamente a los intereses de los Estados Unidos. Este no ha sido siempre el caso, pero la dispersión de las funciones de la OEA en todo el Hemisferio podría ayudar a superar tal sospecha. Además, proponemos que la sede de la OEA se traslade de Washington a Panamá para fines de siglo.
Panamá, por supuesto, fue la sede de la primera reunión interamericana en 1826, convocada por Simón Bolívar. Panamá está ubicado en una posición central en el Hemisferio, y su economía basada en los servicios podría acomodar a una secretaría interamericana dentro de dos décadas. Además, la ubicación de la secretaría de la OEA en Panamná estimularía la interamericanización del canal transístmico y fortalecer a la economía panameña por la presencia adicional del Comité Interamericano de Defensa y de sus fuerzas defensivas de protección. Otra necesidad es la de proporcionar estabilidad económica en el Hemisferio. Ninguna nación de éste es invulnerable al colapso económico. La economía norteamericana tiene un impacto importante sobre las economías de los Estados latinoamericanos. Pero la economía de América Latina -especialmente sus mayores economías- tiene un impacto creciente sobre Estados Unidos. Esa tendencia continuará durante lo queu queda del siglo, por lo menos. Así, cada parte del continente americano se ha convertido en dependiente de las demás para el comercio y la inversión. Sin embargo, la política norteamericana no ha reflejado este hecho en lo absoluto.
Para garantizar la prosperidad futura de todo el Hemisferio, los mercados nacionales deben mantenerse relativamente abiertos. Hay que permitir que la tecnología fluya libremente con base en los principios del mercado. No deberíamos restringir indebidamente la inversión, sino hacer que trabaje para el desarrollo ecnómico racional de cada país.
Más importante aún, hay que dejar claro que durante las próximas dos décadas el continente americano deberá aprender a depender de sus propios recursos naturales, especialmente de los energéticos, si es que el Hemisferio quiere seguir siendo económicamente sano. Las dos mayores naciones del continente americano, Brasil y Estados Unidos, son peligrosamente dependientes de los abastecedores extranjeros de petróleo, es decir, extrahemisféricos. Estos mismos abastecedores son extremadamente inestables y demasiado cercanos a la Unión Soviética para ser considerados como confiables en el futuro.
Es solamente una cuestión de prudencia que nuestro Hemisferio se vuelva independiente en materia de energéticos en la próxima década. Se puede hacer. No solamente México y Venezuela son ricos en petróleo actualmente, virtualmente todas las naciones del Hemisferio -inclusive Estados Unidos-poseen fuentes de gas y petróleo que hasta ahora no han sido explotadas. Especialmente este es el caso de Argentina. Lo que necesita cada nación productora es una política racional para el desarrollo de los energéticos; desafortunadamente el principal pecador en este aspecto es Estados Unidos. Ya existe conciencia de la necesidad de desarollar el mercado intrahemisférico de energéticos. Los brasileños y los argentinos toman la delnatera. México y Venezuela los siguen de cerca. solamente Estados Unidos y Canadá, entre los principales países, parecen poco conscientes de las posibilidades.

C. CANADÁ Y EL CONTINENTE AMERICANO

Propuesta

Hay que inducir a que Canadá asuma más responsabilidades en la defensa americana y en el desarrollo, extendiendo su influencia a las antiguas colonias británicas en el Caribe y alrededor del Caribe.
La idea hemisférica en su versión máxima siempre ha tenido sus límites geográficos en el Cabo de Hornos y en el Paralelo 49. El gran espacio blanco, por supuesto, es Canadá, país que por razones históricas y culturales ha mirado hacia Gran Bretaña y en un menor grado hacia Francia, más que hacia el Hemisferio Occidental.
Aunque Canadá se ha mantenido generalmente retirado de la comunidad itneramericana, ha sido observador de la OEA durante muchos años, y es miembro del Banco Interamericano de Desarrollo. La plena participación de Canadá en la OEA y en sus instrumentos es una cuestión que Canadá debe decidir, por lo que no debe hacerse ninguna presión en el futuro cercano o lejano.
No obstante, hay que alentar con entusiasmo a que Canadá cumpla con sus responsabilidades en la región, promoviendo el desarrollo económico y la civilidad política del Caribe de habla inglesa. Canadá tiene que hacerlo en su propio interés y en atención a sus nexos históricos, culturales y económicos con los Estados isleños. Por el hecho de hacerlo, Canadá se convertiría en un genuino socio en la seguridad y creciente prosperidad del Hemisferio. De hecho, esto debería ser solamente un paso en un proceso evolutivo en el cual Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, la antigua alianza ABC (América-Britain-Canada), trabajarían en conjunto para proteger la herencia política angloparlante en el Caribe.

RESUMEN

El continente americano se encuentra bajo ataque externo e interno. América Latina, una parte integral de la comunidad occidental, está siendo invadida por satélites y sustitutos apoyados y abastecidos por los soviéticos. La implosión de la presencia norteamericana en el Caribe y en Centroamérica, la ruta marítima y el centro refinador de petróleo del continente americano, continúa. Mientras tanto, las naciones iberoamericanas que siguen siendo independientes, dudando de la voluntad y de la disposición de Estados Unidos, buscan desesperadamente poner a salvo su propia situación estratégica y económica.
Las heridas que tiene Estados Unidos son autoinflingidas. Una acción decisiva, como la ocupación de la República Dominicana en 1965, ha sido reemplazada por una acción retrógrada, como ha sido el caso de los tratados entre Carter y Torrijos en 1978, y por un acomodamiento ansioso, tal como ha sido puesto en evidencia por la cancelación del ejercicio aeronaval Solid Shield ‘80, en mayo de 1980, después de una propuesta efectuada por el presidente de Panamá acerca de la presencia provocativa de las fuerzas norteamericanas en el Caribe.
El Comité de Santa Fe sostiene que el esfuerzo norteamericano por socializar a los soviéticos y a sus títeres hispanoamericanos es simplemente un camuflaje para el acomodamiento ante la agresión. Por lo tanto, el Comité de Santa Fe insta a que Estados Unidos tome la iniciativa estratégica y diplomática, revitalizando el Tratado de Río y la Organización de Estados Americanos, proclamando d enuevo la Doctrin Monroe, estrechando ls nexos con los países claves, y ayudando a las naciones independicentes para que sobrevivan a la subversión.
Además, el Comité de Santa Fe propone que Estados Unidos inice una campaña ideológica y económica, desarrollando un plan energético para el continente americano, aliviando la carga de la deuda latinoamericana por medio del estímulo a la formación de capital hispanoamericano, ayudando a la industria ya a la agricultura iberoamericana por medio de l comercio y la tecnología, y, sobre todo, proporcionando el ideal que se halla detrás del instrumento de la política exterior, por medio de programas de educación diseñados para ganar las mentes de los hombres. Las ideas que se hallan detrás de la política son esenciales para la victoria.
Por cierto, en la guerra no hay sustituto para la victoria, y Estados Unidos está comprometido en la Tercera guerra Mundial. las dos primeras fases, la contención y la distensión, han sido sobrepasadas por el escenario soviético del doble envolvimiento: acorralar a la República Popular China y estrangular a las naciones occidentales industrializadas, controlando su petróleo y sus minerales. Asia del Sur e Iberoamérica son las regiones en las que actualmente se materializa la agresión.
América Latina es vital para Estados Unidos: la proyección del poder mundial de Estados Unidos siempre ha descansado en un Caribe cooperativo y en una América Latina que ha brindao apoyo. Para Estados Unidos el aislacionismo es imposible. Contener a la Unión Soviética no es suficiente. La distensión ha muerto.
Solamente Estados Unidos puede, como socio, proteger a las naciones independientes de América Latina de la conquista comunista, y ayudar a conservar la cultura hispanoamericana frente a la esterilización del matrialismo marxista internacional. Estados Unidos debe tomar la iniciativa ya que no sólo estánen peligro las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, sino que está en juego la propia supervivencia de esta república.





[1] Difundido por: Proyecto Emancipación
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