martes, 10 de noviembre de 2009

Por: Jaime Caycedo


El dilema central del Polo es definir su papel práctico, orientador y unitario en la crisis política nacional.

El II Congreso definió una táctica dirigida a hacerlo una fuerza rectora en la lucha por un gobierno democrático que garantice cambiar y superar el actual rumbo político del país. Las maniobras del poder y la fuerza corruptora de los medios de comunicación buscan envenenar de escepticismo el perfil alternativo del Polo. La vacilación, así se escude en el cálculo, la milimetría o los ímpetus hegemónicos resultantes de la consulta presidencial puede tener un efecto desarticulador que le ahorraría trabajo al régimen en su empeño por destruir la izquierda que lucha en los limitados espacios democráticos.

La clase gobernante ya no puede gobernar como antes. El acuerdo sobre las bases militares agrega un elemento político-militar intrusivo en la estructura del poder tradicional. La fracción narcoparamilitar de la burguesía ha conseguido imponer una forma explícita y brutal del intervencionismo imperial en una estrategia político-militar de contención a los procesos de cambio democrático del continente. El Estado colombiano asume una forma subordinada y una función instrumental contra el resto de países latinoamericanos. La primera y más inmediata víctima es necesariamente el pueblo colombiano: no solo su soberanía está cuestionada, también su capacidad de autodeterminación para producir los cambios liberadores.

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